Una de las atracciones que más nos pueden sorprender en Vic es la existencia de un centro romano en perfectas condiciones en medio de la ciudad. Se trata de un edificio construido posiblemente el siglo II d.C., de modo que es uno de los puntos turísticos catalanes más antiguos.

La historia del templo romano de Vic
Aunque los romanos construyeron muchos templos por toda la geografía que ocuparon, hoy día nos han llegado muy pocos en comparación con los que habían. ¿Por qué los destruyeron? Pues básicamente por su material, el preciado mármol. Cuando el imperio cayó, los siguientes a ellos destruyeron la mayor parte de templos para reutilizarlos en iglesias y mezquitas. De hecho, en muchos casos, los nuevos templos se sentaron encima del mismo templo romano.
Para dar un ejemplo, en la Península Ibérica (contando uno también de Portugal) nos llegan solo cuatro templos, aunque no todos en su mejor estado. Por ejemplo, el de Mérida incluye también unas construcciones renacentistas posteriores. Otros ejemplos han sido muy reconstruidos, como el de Córdoba o el que nos ocupa hoy, el de Vic.
Del templo de Vic solo se conservaba la cela, espacio donde se albergaba la figura del dios. Las columnas delanteras ya no existían, solo había una parte. Sin embargo, hoy lo vemos con las columnas perfectamente construidas, pero son hechas a partir del fragmento que se encontró en su lugar original. De este modo podemos hablar de una copia con ánimo de plasmar fielmente al original. La altura se obtuvo gracias a la cela, que si era la original y marcaba esta medida.


¿Y cómo es que este templo no se destruyó? Pues porqué en parte fue protegido por el mismo castillo que, siglos más tarde (siglo IX), Guifré el Pilós construyó en ese mismo emplazamiento. Dicho de otro modo, el templo fue engullido por el castillo y a la vez fue protegido. Más tarde, el castillo fue prisión y granero. Con las famosas desamortizaciones, el castillo pasó a propiedad del estado y posteriormente fue vendido. El año 1882 alguien decidió demoler el castillo y, como quien desenvuelve un paquete, el templo apareció como un regalo.
Afortunadamente, un grupo de ciudadanos de Vic se alegró del hallazgo y no contentos con tener solo unas ruinas, decidió reconstruirlo de la manera más fiel posible al original. Lo que vemos hoy, pues, es un conjunto empezado en el siglo anterior y finalizado en algunos detalles en 1959.
¿Qué vemos hoy?
Hoy el templo se presenta envuelto de otros edificios, con un pequeño patio forjado, justo en el número 2 del carrer Pare Xifré. Podemos visitarlo, ya que está abierto de martes a domingo en distintos horarios (por ejemplo, los domingos solo de 18-20h). La entrada es libre.

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