Nos gustan los animales, nos gusta interaccionar con ellos, saber de ellos e incluso vivir con ellos, pero a veces podemos cometer errores. Dar fama a un espectáculo con animales, compartir un anuncio donde sale uno haciendo algo gracioso, subirnos encima de ellos en una feria o visitar lugares donde hay… a veces no nos damos cuenta y con ello les hacemos daño, favoreciendo su explotación. Sin embargo, en la Fundació Mona trataran de mejorar esta relación y nos ayudaran como mínimo a verlo. Hoy les damos nuestra atención a ellos con este artículo.
Visitamos la Fundació con niños, ya que como todo padre uno busca que tengan experiencias buenas y enriquecedoras. Pensábamos que veríamos algo más similar a un zoo, pero no, eso es una especie de reserva o centro de acogida. Las normas son diferentes. Más limitantes para el visitante, ya que no podremos interaccionar con ellos, observarlos de muy cerca o incluso tocarlos. Debemos parecer invisibles para que ellos hagan su vida lo más “macacamente” posible. Cuesta hacer el cambio de chip, pero la visita te hace consciente.

Qué hace la Fundació
Nacida a lo largo de los años 90, la Fundació trata de dar una segunda vida a todos aquellos simios que, por algún motivo, no han podido vivir en la libertad que les tocaba vivir. Algunos nacieron libres, pero fueron importados a nuestro país, otros ya nacieron en cautividad. Sus anteriores dueños les hicieron aprender a interaccionar con los humanos de una manera que no es natural y, tras años de esta interacción, estos macacos ya no pueden volver a vivir en libertad porqué ya no sabrían.
La Fundació Mona, básicamente y en gran resumen, trata de darles una segunda vida en un entorno más sano que el inicial, haciendo que sea lo más similar al entorno natural. Para ello disponen de un espacio generoso y son cuidados con los hábitos que merecen: cuidan las temperaturas en las que viven y duermen, la dieta que comen, las relaciones o su salud.
Para tener medios suficientes, la Fundació tiene diversas vías para financiarse: las visitas como la nuestra son una parte importante (tanto de particulares como de colegios o institutos, y la pertinente tienda) pero también ofrecen cursos especializados e investigación. También se pueden apadrinar o hacer donativos. Desconocemos más sobre las tres otras líneas, nosotros os contaremos como es la visita básicamente.


De donde vienen los monos
Suponemos que, de un modo u otro, de los dinosaurios. Pasada la bromita inicial, los monos que llegan a la fundación normalmente vienen de particulares, de un modo más o menos voluntario pero impuesto. Nos explicamos.
Muchas veces la Guardia Civil hace un registro de una instalación (zoos particulares, circos o “chiringuitos” sin ningún tipo de instalación de calidad) y se encuentra simios no regulados legalmente (no tienen los papeles, básicamente). En este caso, el propietario debe regularlos, lo cual tiene un importante coste, o cederlos, siendo la opción que muchos eligen. Aquí entra en juego esta asociación, que recibe estas cesiones.
En otras ocasiones, el particular compró un mono porqué le pareció gracioso tenerlo, pero cuando vio el riesgo que suponía (tienen mucha fuerza y buenos dientes) o lo difícil que era convivir con él, lo dona.
Desgraciadamente ya os avanzamos que las leyes no protegen como deberían a los animales en general. Si sumamos la falta de concienciación social, el resultado son casos fatídicos de animales que malviven. La Fundació Mona tratará de mejorar el segundo punto.

La visita a la Fundació Mona
Empezamos la visita con una breve proyección donde nos contarán la misión de la fundación, algunos casos concretos y nos recordarán las normas básicas. Un guía nos acompañará de inicio a final durante toda esta visita.
Vamos al primer recinto: los chimpancés. Este es el recinto más grande. En él, diversos chimpancés descansan, juegan o curiosean por él. El guía nos contó cómo funciona el recinto, cómo va el día a día o la introducción de los nuevos chimpancés cuando vienen de otros entornos. También nos contó que era importante evitar la reproducción de los chimpancés, ya que la cría nacería en cautividad y ahondaría en el problema chimpancés que no viven en un medio natural.
Fue curioso ver alguno de los chimpancés como buscaba la mirada humana. Haciendo un gran esfuerzo, los visitantes debemos mantenernos impertérritos ya que interaccionar con ellos es estimular una conducta no natural. Dicho así se entiende, pero cuando estas allí cuesta no reír con alguna chorrada que el chimpancé haga, da incluso pena ignorarle.

Otro detalle es ver a algún chimpancé con algún trapo o con alguna cosa como un tapón de plástico. Según nos contó el guía, estos objetos son pequeños estímulos o tesoros que les dejan y ellos usan y desusan a su antojo.
Vamos al segundo recinto y último recinto: los macacos. La visita allí fue más corta pues el recinto es pequeño, quizá demasiado pequeño. Están buscando nuevos lugares donde alojarles, pero requiere nuevos terrenos. Igual que en el punto anterior, el guía nos explicó peculiaridades de los macacos como por ejemplo el problema que encontramos en lugares como Gibraltar, donde los macacos han adoptado costumbres “muy poco simias” con los visitantes.
En resumen, fue una visita muy reveladora de cómo de tóxicas pueden ser algunas relaciones con los animales y como evitar ciertos comportamientos. A los niños les gustó. Cierto es que el pequeño, con casi tres años, de poco se enteró y disfrutó más viendo monos. En cambio, la grande, con casi 5 años, ya fue un poco más consciente de esta explicación.
Os recomendamos que, antes de visitarlo, contactéis con ellos para hacer la reserva.