Una casa en Fuerteventura que alberga un pasado nazi
A veces encontramos edificios que nos trasladan misterios, con secretos no contados para no exaltar la opinión pública. La deriva política, histórica y de ideales hacen que, proyectos que nacen con un propósito concreto, luego deban esconderse porque no sería bueno hacerlo público. Otras veces el mismo proyecto ya nace en la sombra, camuflando su principal función bajo una fachada que lo esconde.
Pues bien, en la playa de Cofete, en la isla de Fuerteventura, podemos encontrar la Mansión Winter o Villa Winter, una casa con un supuesto pasado nazi de la cual nadie conoce del cierto cuál era su principal misión. Hoy en día sigue allí, pero no es visitable. Sin embargo, impacta ver un edificio tan grande en medio de “literalmente” la nada.


Contexto histórico
Nos encontramos a finales de los años 30 o más bien a inicios de los 40. Si hay algo que centra la atención del mundo, esta es la Segunda Guerra Mundial. Este conflicto supuso que dos grandes bloques mundiales se enfrentaran uno contra el otro en diversos escenarios. ¿Y España? España es no beligerante, que no quiere decir neutral.
Si algo tenía por la mano el dictador Francisco Franco esto era no acabar de delatar su postura. Sin embargo, era bastante evidente que Franco simpatizaba más con el estilo de mando alemán e italiano, pues había recibido ayuda del Eje durante la Guerra Civil. Así pues, nos encontramos una España desolada tras pasar una Guerra Civil y que mira con buenos ojos a los ejércitos del Eje sin delatarlo públicamente.
Cuando se construyó Villa Winter
Las fuentes “oficiales” cuentan que fue en 1946. Curioso que dijeran el año justo después de la finalización de la guerra. Pero hay muchas cosas que no cuadran.
¿Quién fue su promotor? Gustav Winter, un ingeniero alemán muy volcado con la causa bélica, quien adquirió toda la Península de Jandía y quiso hacerse una mansión de veraneo ¿Dónde se ubica? En medio de la nada, siendo necesario llegar con camellos o caballos en una travesía de horas desde el punto habitado más cercano.
Actualmente en ella reside Pedro Fumero, quien descarta del todo la opción de “villa de veraneo”. En su web podemos ver la casa con muchos detalles.
Qué hay de raro en Villa Winter
A parte de su ubicación, la casa dispone de estancias que, como mínimo, nos sugieren preguntas. Una torre con 365º de visión destaca frente al resto del edificio, ¿por qué? Puede que solo fuera por el placer de tener un mirador, o puede que el mirador fuera necesario para establecer contacto con los barcos o submarinos que llegaran al lugar.
Y ¿una habitación con camillas y salidas de aguas similar a un quirófano? Puede que solo fuera para procesar comida, pero algunos le asignan una función de operaciones estéticas para ayudar en la huida de los dirigentes nazis, una vez la guerra estaba perdida.
Y ¿por qué tantas habitaciones en el sótano o en el desván? Resulta curioso ver muros de un ancho desproporcionado cerrando en cámaras independientes estas partes de la casa. De hecho, el mismo Fumero desconoce todos los pasillos que hay allí.
Más leyendas atribuidas a la Villa
Cuentan las leyendas que la proximidad de la casa al mar permitió la construcción de un túnel que lo conectaba con el mar. ¿Con que finalidad? Se supone que servía para llevar cargos importantes y dirigentes en submarinos o para subministrar bienes a estos. Sin embargo, la poca profundidad de esa playa pone en duda cualquier entrada con un submarino, a no ser que lo hicieran con algo de poco calado.
¿Y por qué llevar altos cargos? Principalmente por dos motivos: el primero, durante la guerra, se suponía que era para dar un poco de libertad y renovar energías alejado de la contienda. De hecho, incluso se habla de fiestas con prostitutas. El segundo motivo, una vez ya finalizada la guerra, tenía la misión de puente hacia el exilio posiblemente en Argentina, quien sabe si con caras nuevas.
Los submarinos durante la guerra
Durante las guerras, es importante saber que nación domina cada espacio de contienda. En el caso de la Segunda Guerra Mundial, el espacio terrestre y aéreo fueron disputados entre ambos con diferente éxito dependiendo la fase de la guerra. Sin embargo, el espacio marítimo siempre fue dominado por las naciones aliadas.
Alemania trató de luchar con su flota, pero rápido fue devastada o reducida a un número insignificante. Tocaba hacer una especie de “guerra de guerrillas”, donde los alemanes atacaban rápido y se escondían igual de rápido. Este ataque lo hicieron con cargueros camuflados (barcos con apariencia comercial que escondían cañones) y con submarinos.
Fueron estos últimos los que más éxito dieron al Tercer Reich. Sus ataques, sobretodo al principio de la guerra, eran fulminantes y temidos. Las “manadas de lobos” (término a como se conocía los grupos formados por entre 3 y 5 submarinos) atacaban tanto a buques militares como a civiles.
Los ataques de estos buques se extendieron por todo el globo. La deslocalización de los ataques provocaba que el Reino Unido (principalmente) debía enviar buques a la zona terrestre donde se había detectado tal ataque, restando poder en las costas europeas y de África del Norte, donde se concretaban los ataques alemanes.
Pero estos submarinos que tan lejos atacaban debían ser provistos de víveres y municiones para seguir su larga travesía. Algunos puntos de subministro eran otros barcos y lo hacían en alta mar, mientras que otros eran puertos donde se veía la oportunidad de ganar dinero vendiendo cosas a un ejército extranjero. Aquí es donde entra Villa Winter, pues muchos apuntan a esta misión concreta de suministro a naves alemanas y también de control de otras naves aliadas para informar a los alemanes.
En resumen…
Villa Winter fue, es y será todo un misterio. Posiblemente ninguna fuente oficial quiere relacionar esta construcción con un pasado nazi. Quizá su pasado fue meticulosamente borrado. Igual de meticulosamente que la fama asignada a la ingeniería alemana.
Algunas excursiones recomendadas
Desde Civitatis, os traemos algunas excursiones que os pueden ser interesantes:
Un comentario en “La misteriosa Mansión Winter: un pasado Nazi en Canarias”