Una ruta que nos explica cómo Teruel resolvió su problema con el agua
Estas en pleno siglo XI-XII y buscas un lugar donde construir una ciudad. Pero tienes los siguientes problemas:
- Tu frontera es cambiante, ya que tu rival musulmán trata de invadirte y reconquistar esas tierras que hasta hace poco eran suyas.
- Te interesa conquistar y repoblar bien esa zona ya que es estratégica, pues tu rival musulmán tiene en Valencia una ciudad fuerte desde donde atacarte.
- Debes construir algo que se pueda defender, de modo que debes escoger un lugar de cierta altura o con llanura suficiente para saber desde donde te van a llegar las flechas.
Así pues, los fundadores de Teruel escogieron esa zona en lo alto de un promontorio desde donde la ciudad se podía defender de esos ataques y a su vez administrar la zona para repoblarla. ¡Ya tenemos Teruel inaugurada!
Pero ¿Y el agua? Está claro que la zona dispone de ríos y fuentes naturales desde donde obtener agua, pero solo en tiempos de paz. Si la ciudad está cercada, ya sea por musulmanes o por otros reinos cristianos… ¿De dónde sacamos el agua si no nos podemos mover?
Los aljibes de Teruel
La primera solución llegó de la mano de los Aljibes, unos depósitos subterráneos que la ciudad creó y comunicó mediante diversos canales para acumular y llevar agua de lluvia. Esta ingeniosa solución permitía almacenar en estas cámaras el agua de las precipitaciones gracias a diversas zonas de captación, controlar su uso y distribuirlo por las diferentes fuentes de la ciudad.
La construcción empezó en 1373 con Pedro IV de Aragón y se construyeron dos Aljibes bajo la Plaza Mayor (la del Torico). Tienen una altura de unos 7 metros y hoy los podemos visitar libremente, aunque la entrada está un poco escondida, en calle Ramón y Cajal 1. De hecho, parece un parking, pero no, debemos bajar y pronto encontraremos la taquilla (solo 1, 30 Euros).
El recorrido nos lleva por estos dos aljibes, el primero de los cuales tiene un circuito de agua para ponernos más en el ambiente. El fondo lleno de agua, con un suelo acristalado, también nos traslada a su función. Sus paredes, rematadas con cal, también nos resultan curiosas por sus estalactitas, producidas por años de cal bajando por esa parte.
Si seguimos el recorrido podremos ver canales que conectaban los dos aljibes, así como algunos carteles que nos explican cómo funcionaba tanto la captación como la distribución de agua. Finalmente llegamos al otro aljibe, hoy hecho un pequeño anfiteatro donde se muestra una proyección con parte de la historia de Teruel. Por cierto… creo que ha llegado el momento de mejorar esa película, ya que nos pareció anticuada y de poca calidad.



Es una buena visita y la recomendamos. Nos encanta conocer cosas de la Edad Media distintas a castillos y murallas, cosas más funcionales y mundanas. Además, también te explica qué acabó con la funcionalidad de los Aljibes: el acueducto. Vamos a ello en nuestro siguiente y último punto de la excursión.
El acueducto de Teruel
La Edad Media acaba, llega la época Moderna, y las murallas verticales pierden su utilidad frente a la pólvora. La ciudad se expande. Pero Teruel sigue pidiendo agua, ya que tiene un problema con su suministro habitual. A diferencia de antes, ahora sí que puede obtener agua de manera recurrente de su entorno, y lo hace gracias a un acueducto.
Concretamente fue en 1551 cuando el arquitecto Pierres Vedel diseño y construyó un circuito de aguas de un total de 4,55 km para traer agua a la ciudad desde el manantial de la Peña del Macho. En este circuito, el arquitecto logró salvar varios barrancos, elevaciones y laderas para llegar hasta la ciudad con el conocido Acueducto de los arcos sin tener que alterar ninguna de las icónicas torres de la ciudad. Es una de las obras de ingeniería más relevantes del Renacimiento español.


Hoy podemos visitar este acueducto, el cual ya no funciona como tal, pero no deja de ser otra de las atracciones básicas de la ciudad. El acceso es libre y se puede incluso caminar por la parte media, adaptada para el paso de peatones, con dos arcos en los niveles inferiores y seis en los superiores.
Aunque quede fuera de nuestra visita, debemos pensar que la traída de agua a la ciudad desde el manantial es reto ingenieril inmenso: se debe salvar la diferencia de altura inicial i final de un modo constante (dicho de otro modo, sin que haya mucho salto de agua que provoque una velocidad diferente). Para hacerlo se adaptaron y construyeron 12.000 arcaduces de cerámica, 140 arquetas, dos minas subterráneas de 190 m de longitud), etc. En definitiva, un esfuerzo enorme.
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Un comentario en “Aljibes y acueducto: El Teruel del agua”