Ciutadella de Roses: un recinto con mucha historia

Desde los antiguos griegos hasta las tropas napoleónicas en una visita muy barata

Hay lugares estratégicos que se encuentran tan bien ubicados, que todos quieren asentarse. Y Roses es uno de esos lugares: está enclavado cerca de la actual frontera con Francia, en una de las principales vías costeras y es un genial puerto natural que se aprovecha del gran Golfo de Roses.

Si os gusta conocer más sobre nuestro pasado os recomendamos visitar este rincón histórico. Si somos muy fans (sinó no, porqué saldréis agovidados de tanta piedra) entre las dos visitas tendremos un gran fin de semana.

Breve historia de la Ciudadela de Roses

Es tan buen lugar que, junto con el vecino Empúries, fue el primer lugar donde los antiguos griegos se asentaron en la Península Ibérica, en el siglo V a.C.  Después de ellos, fueron los romanos, quien inicialmente se asentaron en este punto, siendo su asentamiento principal, pero más tarde lo cambiaron por Tarraco.

Después de romanos ya entramos directamente en la Edad Media, donde esta villa romana se transformó en un castillo desde donde defender las costas, así como administrar los terrenos, primero en época visigoda y ya después durante la reconquista. Su fase musulmana la podemos citar de breve.

Y llegamos al final de la época medieval e inicio de la época moderna, donde la aparición de la pólvora deja completamente obsoleto el típico castillo cuadrado (os lo contamos en este artículo sobre fortalezas). Y Rosas se actualiza muy profundamente, creando una fortaleza moderna para defender tanto la costa como las frecuentes invasiones francesas (que, después del tratado de los Pirineos y la perdida de Perpignan, ahora está a tocar).

Pero vaya, nuestros vecinos franceses estaban fuertes y no fue suficiente, de modo que la conquistan y la mejoran.  La fortaleza caerá a manos de unos y otros en distintos tramos de su historia hasta la Guerra Grande (1794-1795), donde Europa se pone en guerras dinásticas. La fortaleza cae en manos francesas de nuevo, pero tras una dura batalla, de modo que todo ha quedado muy destruido y ya no se reconstruirá.  Es más, en 1808, tras otra batalla, los franceses la acaban de destruir.

Cómo llegar y donde aparcar en la Ciutadella de Roses

El recinto se encuentra a las puertas de la ciudad de Roses, frente al mar, en la misma carretera principal. Lo difícil es no encontrarlo. Dispone de diversas zonas de estacionamiento gratis. De hecho, justo delante dispones de una zona en batería que no es ni zona azul. En nuestro caso optamos por dejarlo en el descampado que encontramos en un lateral.

Cómo es la visita y que precio tiene acceder a la Ciutadella de Roses

La entrada general vale 4 Euros e incluye la visita a todo el recinto y al museo. Es una entrada muy barata por todo lo que veremos en el interior. También existen visitas guiadas, pero deben encajarte con la hora. En nuestro caso optamos por la visita libre.

Los menores de 16 años no pagan y puedes entrar con perro, cosa que agradecemos mucho. Eso sí, al museo no, pero vaya, puedes hacer turnos para quedarte con tu amigo peludo.Allí os ponen en situación, ya sea con la exposición de diversos elementos o con una proyección.

Empezamos la visita y caminamos por el interior del recinto, el cual es inmenso. Si quieres visitar cada detalle, cada baluarte, cada rincón de la muralla… tardarás diversas horas. Nosotros íbamos con niños, así que fuimos un poco más “al turrón” y tardamos unas 2 horas.

Inicialmente podremos ver la zona romana, con lo que fue una villa muy prospera a través de la cual los romanos explotaban tanto la agricultura como la pesca. Al otro lado, más central, está la villa griega, el origen de todo.  Pero quedan pocas piedras en pie, ya os avisamos.

Si seguimos el camino, pronto podremos ascender por la muralla de la época moderna. Allí veremos la curiosa fachada donde se ubicaba el polvorín, el edificio donde los ejércitos modernos apilaban la munición y la pólvora. Normalmente estaba un poco apartado, pues podía provocar una gran explosión si era alcanzado por un proyectil enemigo.

Desde las murallas podremos acceder a diversos puntos desde donde vigilar el perímetro moderno. Como ya os contamos en el artículo de fortalezas modernas, cada rincón de la muralla tenía un punto de defensa, no existían puntos ciegos.

Y pronto llegaremos a la iglesia y a las pocas casas que quedan en pie. Allí vemos los restos del monasterio altomedieval de Santa María de Roses, del cual solo queda una mitad de la iglesia, pero nos da unas fotografías increíbles.  Y ya finalizamos nuestra visita viendo los restos del casco urbano medieval.

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