7 curiosidades que todavía hoy podemos ver
Como blog de viaje, cuando hablamos de localidades Mediterráneas costeras, muchas veces debemos citar a la piratería que existió entre los siglos XVI y XIX. Esta piratería lo cambió todo: la relación de los pueblos con su mar, el Mediterráneo, pasó a ser una relación de amor-odio. Y es que, vivir al lado de la costa durante estos siglos era simplemente jugarte la vida cada día.
Hoy nos disponemos a hacer un artículo sobre este fenómeno que desgranaremos para poder ampliar vuestro conocimiento cuando visitéis estos pueblos costeros. Pero no queremos daros una larga sesión teórica… lo resumiremos simplemente en siete puntos.
1. ¿Fueron los únicos piratas del Mediterráneo?
¿Qué creéis? Efectivamente, no. En la antigüedad, los piratas mediterráneos eran a menudo de origen griego o romano, y atacaban barcos comerciales para obtener riquezas y esclavos.
Durante la Edad Media, la piratería en el Mediterráneo se intensificó con la llegada de los corsarios, que eran piratas autorizados por los gobiernos para atacar barcos enemigos y robar su carga.



2. ¿Quiénes eran?
La piratería berberisca se refiere a la actividad de los piratas que operaban en el norte de África, especialmente en los actuales países de Marruecos, Argelia, Túnez y Libia, desde el siglo XVI hasta principios del siglo XIX.
Lo curioso es los dobles piratas: gente que fue inicialmente secuestrada de su terreno y pasó, con el tiempo, a servir a sus secuestradores. A parte de ser los más odiados por “atacar a sus propios”, conocían donde atacar y sus puntos débiles o zonas donde se escondían…

3. El origen de la piratería berberisca
Como muchas cosas, fue una situación con implicaciones políticas, económicas y sociales.
Por un lado, encontramos el factor económico: una fuerte demanda de esclavos pedía… esclavos. Así que, a través de la piratería, se podía esclavizar a los marineros de los barcos, así como la población costera, la cual no dudaban en llevársela cuando hacían incursiones en costas europeas.
Sobre el factor político: un norte de África con inestabilidad política, un auge del Imperio Otomano y un declive de poder de algunos estados islámicos… Y una brutal competencia con los estados europeos. ¿Qué mayor oportunidad que saquear a tu adversario y mejorar tu situación?
Sobre el factor social: si políticamente hay un caos, socialmente la gente pasa hambre. Y si haciendo piratería se consiguen esclavos y bienes, pues ¿para qué evitar esta oportunidad?
4. ¿De dónde salían?
Operaron desde múltiples bases, siendo las más conocidas Argel, Túnez, Salé (ubicado en la costa atlántica de Marruecos) o Trípoli (Libia).
5. ¿Cómo se defendían los pueblos mediterráneos?
Los países europeos, incluyendo España, Francia o Portugal, intentaron combatir la piratería berberisca a través de la construcción de fortificaciones y la organización de flotas navales para patrullar las rutas comerciales. Algunos de los trucos que usaban para defenderse eran:
- Agrupar los barcos mercantes en convoyes, escoltados por barcos militares.
- Rellenar las costas de fortificaciones costeras: y no solo hablamos de torres de vigilancia o torres defensivas, también encontramos grandes castillos o zonas amuralladas para repeler estos ataques.
- Pagos de rescates: era habitual que los piratas secuestraran a gente, algunos incluso pudientes. En este caso, los gobiernos solían negociar el pago de un rescate.
- Acuerdos comerciales entre países para evitar la piratería en sus flotas.
- Expediciones militares: la mejor defensa es un buen ataque, y para ello muchas flotas europeas se dedicaron a atacar con mejor o menor fortuna las bases de los piratas en suelo africano.
6. ¿Por qué terminó la piratería berberisca?
Si una situación empieza por múltiples factores, también termina por múltiples factores. Pero, en este caso, fue principalmente la alianza de las potencias europeas lo que terminó con este episodio marino.
Durante siglos, los estados europeos habían intentado hacer frente a la piratería berberisca mediante el pago de tributos a los estados norteafricanos o la negociación de acuerdos comerciales y políticos. Sin embargo, estas medidas no fueron suficientes para detener la piratería.
Finalmente, en el siglo XIX, las potencias europeas, lideradas por Francia, lanzaron una serie de expediciones militares contra los estados norteafricanos que patrocinaban la piratería. En 1830, Francia inició la conquista de Argelia, que había sido un importante centro de piratería. En 1835, una flota europea liderada por el Reino Unido y los Países Bajos bombardeó la ciudad de Argel y obligó a los argelinos a firmar un tratado que ponía fin a la piratería. En 1839, se firmó un tratado similar con Túnez, y en 1856, con Marruecos.
Además de la intervención militar, la piratería berberisca también se vio afectada por cambios en la economía global. La abolición de la esclavitud en Europa y América en el siglo XIX redujo la demanda de esclavos, lo que hizo que la piratería ya no fuera rentable. La industrialización y el desarrollo de las comunicaciones y el transporte también cambiaron la forma en que se hacían los negocios y redujeron la necesidad de transporte marítimo en el Mediterráneo, lo que a su vez redujo las oportunidades para la piratería.
En resumen, la piratería berberisca terminó principalmente debido a la intervención militar de las potencias europeas y a los cambios en la economía global. La eliminación de la piratería llevó a una mayor estabilidad en el Mediterráneo y contribuyó al desarrollo del comercio marítimo y de la economía en la región.
La última gran incursión de los piratas berberiscos tuvo lugar en 1816, cuando atacaron la ciudad de Faro en Portugal y secuestraron a unos 200 ciudadanos portugueses.
7. ¿Qué nos ha llegado hoy de esta etapa?
Lo más habitual es ver las torres de vigilancia y torres defensivas. Pero, si nos fijamos con más atención en los pueblos mediterráneos… ¿cuantos pueblos medievales vemos en las costas que estén sin un gran castillo o zona amurallada? Pocos o muy pocos.
Por poner algún ejemplo, en Catalunya encontramos denominaciones en pueblos como “de Munt/de Mar”, que nos recuerdan que la población antigua estaba alejada de la playa, y la de mar es posterior al siglo XIX.
Si nos fijamos bien, los pueblos costeros que vemos hoy son del siglo XIX o posteriores. Antes de estas fechas, vivir al lado del mar era una temeridad. Y, aunque muchos vivían de la pesca o de los puertos, lo hacían en construcciones provisionales que abandonaban cuando se avistaban piratas en la costa. Y de allí surge la famosa expresión (que hoy no sería aceptada) de “No hay moros en la costa”.


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Imagen de Cabecera: foto extraída de Wikimedia Common.