Fábrica de chocolate Simon Coll: opiniones

Una visita que nos enseña cómo el cacao se transforma en chocolates

Tiempo medio de la actividad1.00 h
Franja de tiempo ocupadoMedio día
Tiempo aproximado desde Barcelona58 min
Ideal para: niños, adultos, historia, turismo industrial, amantes del chocolate

La siguiente propuesta le gustará a los más dulzones de la familia: una visita a una fábrica de chocolate que va más allá de la visita informativa. Los responsables han logrado hacer una experiencia más interactiva y envolvente para llegar a todos sus visitantes, ya sean adultos o menores. Os lo contamos.

A diferencia de los artículos que siempre os trasladamos, no dispone de muchas fotografías. Y tiene una explicación: en el interior de la fábrica no se pueden hacer fotos. Por ello, veréis pocas cosas de esta visita, pero trataremos de ser descriptivos.

Breve historia de la fábrica

Os contamos algunos puntos clave en nuestro artículo “La industrialización en Barcelona: 8 puntos clave”, donde resumíamos algunas características de la industrialización catalana. En todo caso, las fábricas chocolateras empezaron su andadura en el siglo XVIII-XIX, cuando el chocolate empezó a causar furor entre la alta sociedad y gracias a la importación del cacao.

Ubiquémonos antes: el mundo está lleno de fronteras, las enemistades entre países se traducen en guerras habituales. Y el problema fronterizo no solo es con los antiguos países europeos, sino que las colonias empiezan a independizarse. El proteccionismo impera, tratando que los productos extranjeros sean más caros que los fabricados en el país. ¿Quién invertiría dinero en instalar su fábrica en un país extranjero?

Con este contexto nacen muchas fábricas de nuestro país y, la de Simon Coll, es un ejemplo. Resulta mucho más seguro instalar la fábrica en el país de destino y comprar el producto en origen, que no hacerlo en otro país y perder tu inversión. El mundo se ha hecho más pequeño y ahora importar productos, en cambio, es mucho más fácil. El chocolate tiene mercado, vale la pena probar suerte con este producto. Es 1840 y nace Simon Coll.

Xocolate Catalán

¿Cuánto vale la visita a la fábrica Simon Coll?

La fábrica se ubica en Sant Sadurní, otro pueblo que en sí vale la pena visitar por el modernismo y por estar ligado a las cavas. Llegar a la fábrica Simon Coll es muy fácil, hay muchas indicaciones que nos llevaran a ella y el acceso al centro de visitantes está muy bien señalado. Tampoco nos resultó complicado aparcar por la zona.

Sant Sadurní, capital del cava

La visita es mejor reservarla, ya que los grupos son limitados y cerrados. Podéis hacerlo a través de su web. La entrada general cuesta 6,50 Euros, pero hay entradas reducidas para menores de 9-15 años (5 Euros). Menos de 9, es gratis.

Truco: si dispones de algunos carnets como el Carnet Super 3 o el TRESC, puede salirte gratis o con descuento (5,50 Euros)

¿Cómo es la visita a la fábrica?

Empiezas igual que acabas: en la tienda de Simon Coll. Si estás allí es porqué te gusta el chocolate, de modo que te será difícil no comprar nada. De todos modos, te recomendamos esperarte al final para comprar, ya verás por qué.

Una vez llega la hora, todo el grupo se interna en una gran sala a modo de auditorio donde empieza una proyección muy original: se proyecta por diversos lados y con cosas muy originales. Allí veremos los orígenes de la fábrica, detalles del cacao, detalles productivos, etc. Es una buena proyección, incluso para niños pequeños.

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Cuando esta finaliza, entramos en otra parte expositiva: una persona nos guiará explicándonos más cosas sobre el cacao y la producción. A cada persona le entregan un paquetito que no puedes abrir, debes seguir las explicaciones. Y tengo que decir que nos gustó este espacio guiado, porqué la persona te enseñará cómo va el proceso probando directamente cómo es el cacao, desde que se recoge hasta que sale con el gusto final.

Fue muy divertido probar un cacao sin tratar e ir viendo cómo va transformándose. Y también fue muy pedagógico saber probar el chocolate y no devorarlo, que es lo que hacemos normalmente. También nos enseñarán algunos productos más elaborados, donde te muestran algunas de sus recetas o mezclas como el chocolate con sal o con cava.

Resulta curioso (y a la vez un poco frustrante también) que todo se desarrolla en esa misma sala. Unas ventanas se abren y permiten ver parte de la fábrica real, donde los trabajadores elaboran productos. No es la única fábrica de chocolate que hemos visitado, y en alguna otra visita esta parte era mucho más intrusiva dentro del proceso. Echamos de menos que aquí nos dejaran entrar más dentro de la fábrica.

La visita termina y vuelves al lugar de origen: la tienda. Ahora sí, una vez has probado “cosas raras” puedes saber si te gusta más un tipo de chocolate u otro. Además, dispones de un descuento para comprar, cosa que hace difícil no hacerlo.

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En resumen…

Vale la pena visitar esta fábrica de chocolate porqué sales con la sensación de saber más que cuando entraste. También aprendes a valorar más ese momento de chocolate y no a devorarlo como si no hubiera un mañana. La visita es apta para toda la familia, de modo que los más pequeños también se divertirán (a no ser que sean muy revoltosos, ya que hay una proyección).

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