Cómo era la vida en las colonias y qué perversiones ocultaba
Nos gusta la historia y nos gusta la industria: tarde o temprano debíamos tratar este tema un poco más en profundidad. Hoy nos adentramos en una parte de nuestra historia más reciente, concretamente desde la segunda mitad del siglo XIX y primera parte del XX: las colonias.
Estas colonias industriales se dispersan por gran parte de los ríos más importantes, especialmente en Catalunya y concretamente en las cuencas del riu Ter y Llobregat. Es curioso que en este último río se han hecho estudios internacionales por ser el río más aprovechado de Europa durante gran parte de estos años.
Este movimiento, estimulado desde la corona y las élites sociales como un sistema de modernización del país, presento grandes claros, pero también grandes contras. Os los contamos.
- ¿Por qué se hicieron colonias industriales?
- No todo era bueno en las colonias
- De donde llegaba la mano de obra
- Como eran (o son) estas colonias
- Una economía circular ideal para el patrón
- En resumen…
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¿Por qué se hicieron colonias industriales?
A partir del siglo XIX, hubo dos grandes causas que propiciaron la creación de las colonias:
- El desarrollo tecnológico: las turbinas y el aprovechamiento de la energía hidráulica de los ríos (unido a que España no dispone de buen carbón) hizo que las empresas se empezaran a fijar en los cauces de los grandes ríos para instalar sus fábricas.
- La deslocalización y el avance de los sistemas de transporte: con una Barcelona atestada de fábricas, un pujante movimiento sindical y un aumento de costes, los empresarios vieron en las colonias una vía de escape para instalar sus empresas en lugares “más tranquilos”. Pero hacía falta una buena conexión para poder sacar un rendimiento correcto y eso principalmente se hizo a través del tren.
A parte, esta deslocalización permitía ubicar la fábrica más cerca de donde se extraía la materia prima. En cierto modo, industrializaba una parte de la sociedad que estaba dedicada a la agricultura y la ganadería.
Las colonias industriales catalanas estaban mucho más desarrolladas que las ubicadas en otros lugares. Unían la parte práctica de la fabricación con la vida fuera de la fábrica: escuelas, plazas, iglesias, tabernas, comedor y algunas tiendas de ultramarinos.



A parte, permitía competir internacionalmente con otros países: debemos pensar que con una Gran Bretaña llena de carbón de buena calidad y otros países europeos ya inmersos en sus procesos industriales, España necesitaba dar un salto hacia delante. Pero no disponía de este carbón y sus ríos eran más bien poco caudalosos. Aun así, lograron explotar estos ríos al mejor nivel europeo visto.
No todo era bueno en las colonias
Muchas veces se ha estudiado las colonias por el progreso que supuso. Sin embargo, en lo social, las colonias no dieron una mejor vida a sus habitantes. Analicemos algunos puntos.
- Control social: el trabajo, en las ciudades, acababan cuando acababa la jornada (maratoniana eso sí). Sin embargo, en las colonias nunca finalizaba pues el obrero siempre estaba controlado socialmente. Para que nos hagamos una idea, en muchos casos la colonia cerraba la puerta a ciertas horas y controlaba quien entraba y quien salía de ella. Además, en muchos casos, alrededor de la colonia básicamente no había nada en kilómetros. Imaginaros por un momento vivir con vuestros compañeros de trabajo.
- Peores sueldos: el empresario pagaba la mitad a las mujeres y un cuarto del sueldo a los niños. Las colonias estimulaban la mano de obra femenina e infantil porqué suponía una rebaja de costes.
- Las casas, sobresaturadas: en muchas colonias existía la llamada “cama caliente”. En una misma cama dormía de día un obrero y de noche otro, de modo que reducían los costes. Sin embargo, pese al hacinamiento en las viviendas, es una mejora respecto a otras industrias, en las cuales los obreros llegaban a dormir por cualquier lado de la fábrica (almacenes, entre las máquinas, espacios de la fábrica, etc.).
- Formación a niños, pero a gusto del que paga: las colonias disponían en muchos casos de escuela, pero el temario estaba marcado por el patrón o por la iglesia.



Con todo este conjunto, los patrones consiguieron reducir durante un tiempo el movimiento obrero que encontramos en las ciudades. Debemos recordar que, pese a que las condiciones de trabajo en estas fábricas eran muy duras, la vida anterior del campo tampoco era mucho mejor.
De donde llegaba la mano de obra
Para evitar ese “contagio” de ideas socialistas de las ciudades, el empresario trató de obtener primero la mano de obra del lugar. De este modo, convirtió esa mano de obra agrícola a industrial.

Aun así, esa mano de obra no era suficiente. En ese momento se instauró una ley (Ley de colonias agrícolas e industriales, creada y reformada los años 1855, 1856 y 1868, donde señade la palabra “industrial”) que permitió hacer llegar mano de obra de otras comarcas más deprimidas e incluso de otras zonas de España e instalarla en la colonia. De este modo, el obrero quedaba más sometido ya que se encontraba fuera de su zona conocida.
Como eran (o son) estas colonias
En un lugar claramente predominante encontraremos la fábrica, eje central de la colonia. Sin embargo, en algún lugar (muchas veces un poco más alto) encontraremos otro edificio principal: la casa del amo. Esta construcción suele evocar las formas de un castillo, mezcladas con un aire modernista más acorde a la época (parece curioso que el sistema feudal en parte se viera imitado casi 500 años más tarde).
Bajando de estos lugares encontramos normalmente una rambla, en la cual solemos encontrar la iglesia y la escuela de la colonia.

Más alejadas están las casas de los obreros. Se trata de construcciones diferentes muchas veces según el grado que tenía el trabajador dentro de la industria. Si hacemos una visión general, normalmente serán edificios con unas tres plantas que incluyen pisos de unos 60 metros cuadrados, con su cocina, electricidad, agua corriente y unas dos o tres habitaciones.

En general, eso eran unas condiciones de vida mucho mejores que la que tenían otros obreros en las ciudades. Por ello y por lo anteriormente referido, la conflictividad social era menor que en otras partes.
Una economía circular ideal para el patrón
Detrás de este sistema industrial hubo grandes ideas, algunas que incluso podemos calificar de perversas. Es el caso de esta economía circular que seguidamente os contamos.
El conjunto, en general, permitía a los patrones reducir muchos costes asociados a los trabajadores y además los reingresaba a través de los comercios de la misma colonia, los cuales eran suyos. Por un lado, las leyes se diseñaron para reducir costes fiscales. Por el otro, los sueldos, en gran parte, volvían al empresario.

Profundicemos un poco más en este segundo punto: debemos recordar que las colonias, en gran parte, se encuentran en una zona bastante aislada para el obrero que no dispone de medios de transporte. Pero este mismo obrero necesita: casa donde dormir, comida que comprar, taberna donde distraerse, casino donde jugar, etc. Pues todo esto lo podían hacer (y, en muchos casos, les obligaban) a través de los negocios de la colonia y las casas que alquilaban… que eran del mismo empresario. ¡Brillante!
En resumen…
Se trata de una parte de nuestra historia económica y social, muchas veces ignorada. Aún hoy podemos ver importantes colonias: algunas en forma de museo y otras mantenidas como viviendas habituales. Su estética es peculiar y singular, con un tipo de construcción muy industrial que a nosotros personalmente nos encanta.



El conjunto, en general, permitía a los patrones reducir muchos costes asociados a los trabajadores y además los reingresaba a través de los comercios de la misma colonia, los cuales eran suyos. Era un negocio redondo: se pagaban unos sueldos que volvían al empresario.
Si hoy lo analizamos con la perspectiva presente nos puede parecer una aberración capitalista. Y puede que realmente lo fuera. Sin embargo, en ese momento, las alternativas tampoco eran mucho mejores y gracias a lo que hicieron nuestros antepasados hoy tenemos lo que tenemos, incluyendo la industrialización y los sistemas de transporte. Uno solo puede sentir una cierta admiración frente al maquiavelismo y las argucias de estos capitalistas viendo como diseñaron ese increíble sistema.
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